lunes, 10 de diciembre de 2007

El Corazón es como los Diamantes

El Corazón es como los Diamantes
Francisco Javier Chaín Revuelta

Dicen los sacerdotes (diniyyn) que María “Es la nueva Eva en la nueva creación. Más joven que el pecado, más joven que la raza de la cual nació”, “Dios en efecto, “envuelve”, “arropa” a María con su Gracia y, desde el primer momento de su concepción, la preserva de toda mancha de pecado y la llena de los dones del Espíritu Santo.” Los mortales sólo se purifican con bautismo del original pecado. Juan “Como profeta enviado por Dios, atrae a la gente al desierto…”, “…y le hablaré a su corazón” (Os 2,16)
El profeta debe tener, ante todo, el corazón puro. De otro modo no puede cumplir su misión. Pero un profeta es un hombre. Un hombre escogido por Dios, por supuesto. En todo caso, un hombre. Y los hombres desde su expulsión del Paraíso, llevan en el globo rojo de su corazón una mancha negra: es el pecado original. Es “un grumo de sangre” grande como un grano de pimienta, sobre el rubí puro del corazón humano. Es el marmaz-ach-chaitan, el toque del diablo, a decir de los que saben, a decir de los diniyyin.
Un día, Mahoma se encuentra ante la tienda con los otros niños de la tribu Banu-Sad. Está también Mesruth –su hermano de leche- que asiste al milagro. Halima cuenta: “Mahoma se hallaba en medio de los corderos y de las ovejas, en nuestras tiendas, cuando Mesruth corrió hacia nosotros para decirnos: “Dos hombres con vestidos blancos acaban de coger a mi hermano el coraichita. Lo han echado a tierra. Le han abierto el pecho y están a punto de hurgarle dentro con sus manos”,“Su padre y yo corrimos al lugar en que se hallaba Mahoma. Nos lo encontramos a pie, muy pálido. Lo estreché entre mis brazos. Mi marido hizo lo mismo. Le preguntamos: “-¿Quién te ha hecho daño, hijo mío?” “-Dos hombres vestidos de blanco llegaron –dijo Mahoma-, abrieron mi pecho y buscaron algo que no sé lo que es” Halima y su marido (cuyo nombre no ha querido conservar la historia) tienen miedo. (Ibn Hicham, Kitab Rasul Allah (Das Leben Muhammeds nach Ibn Ishac, bearbeitet von… Ibn Hisham) Edic. Wuestenfeld, 2 vols., Gottingen, 1859-1860, pág. 20)
Mahoma hablará más tarde de este acontecimiento y dirá: “Fui educado primero en el clan Sad-Ben-Bakr. Allí, cierto día en que me hallaba con mi hermano en la tienda en que solíamos recoger a los corderos, dos hombres vestidos de blanco se acercaron a mí, con una jofaina de oro llena de nieve. Se apoderaron de mí y me abrieron el pecho, sacándome el corazón; lo abrieron también y extrajeron un guijarro negro que arrojaron lejos. Hecho esto, me lavaron el corazón y el pecho con la nieve, hasta purificarlo” Tras haberle purificado el corazón, los ángeles señalaron a Mahoma con el “sello de la profecía”. Esta señal se aplica en la espalda, entre los omóplatos. Nadie ha descrito exactamente el aspecto de ese sello que los profetas llevan en su cuerpo. Algunos dicen que es como “la huella de una ventosa”. Otros afirman que el sello de la profecía tiene la forma de “un huevo de paloma”. Concluidas las operaciones de purificación, uno de los ángeles dice a su compañero: “Pésalo contra diez de su pueblo”. “Mahoma afirma que los ángeles lo pesaron: “Me pesó contra diez y pesé más que ellos” “-Pésalo contra cien de su pueblo. “Me pesó contra cien y pesé más que ellos. “-Pésalo contra mil de su pueblo –repitió el ángel. “El otro me pesó contra mil. Y pesaba siempre más que ellos. Entonces, dijo el ángel a su compañero: “-Ahora dejémosle. Si lo pesaras contra todo su pueblo, seguiría pesando más” Mahoma tiene seis años cuando los ángeles lo pesan y le purifican el corazón. El hecho de que un niño pese más que mil árabes adultos y, eventualmente, más que todo el pueblo, es normal. El corazón es como los diamantes: más pesado cuanto más puro. Un corazón absolutamente puro –si existiera- pesaría más que el planeta terrestre. fjchain@hotmail.com

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