miércoles, 21 de febrero de 2007

La Escuela del Diputado

La escuela del diputado
Fco. Javier Chaín Revuelta

El Superior Gobierno del Estado de Veracruz en el año 1921 auspició editar la obra “La Escuela Racional” escrita por Carlos Méndez Alcalde, ingeniero diputado a la XXVI Legislatura del Estado de Veracruz, quien la fechó Octubre 13 de 1917 en H. Córdoba.

De entrada C. Méndez Alcalde dice que los pedagogos han fracasado y se precisan nuevos educadores y otra clase de escuelas. Que escucha hablar de facultades universitarias, discusiones eruditas complicadísimas y hombres inteligentes que formulan proyectos, pero que nada escucha sobre la nueva orientación que debe adoptarse para evitar seguir recorriendo la fatal pendiente que conduce a la nulidad.

Dice que a su entender la clave está en enseñar a los niños trabajadores sin que abandonen su trabajo, antes bien, enalteciendo su labor y afirmando perseverancia. Los niños de las ciudades deben educarse de modo que adquieran el hábito de trabajar útilmente y amen el trabajo. Se pregunta si es posible que los pedagogos puedan lograrlo, y si es posible encontrar educadores capaces de realizarlo.

El diputado Alcalde observa que los prohombres disponen crear instituciones centrales de numeroso personal que absorberá grandes sumas de dinero; sin antes ponerse de acuerdo sobre el nuevo y radical cambio que debe sufrir la enseñanza a fin de saber, si para realizarlo, son necesarias tales instituciones. Escuchó también a alguien decir que toda la tarea consiste en desanalfabetizar al pueblo, sin ver que el hombre que adquiere la ilustración, aunque sea aquella primordial que consiste en aprender a leer, hará y hace de esa ilustración el uso bueno o malo que le aconsejen sus tendencias, sus costumbres y su educación. Hace notar que el hijo de un futbolista que vive en una sociedad de fanáticos, porristas, pedantes y fanfarrones, encontrará en la lectura un medio de procurarse el placer de gozar de las hazañas de Bombita y del Gambetero y de procurarse una gran erudición en el arte de la patada.

El legislador observa que en las ciudades, el pueblo desanalfabetizado bebe toda su ilustración en las secciones de periódicos que son fuente de enseñanza de chismes y escándalos. Hace notar cuán pocos son los que leen libros y entre esos pocos, cuán pocos aun leen libros útiles y notad todavía que esa tendencia a la superficialidad periodística es aprendida de hombres ilustrados de las Escuelas, en todos los grados de la ilustración.

Carlos Méndez dicta que sólo el hombre libre, útil, independiente, el que vive en una sociedad de activos trabajadores y ha adquirido, por el ejemplo, el hábito de ocuparse de cosas útiles, hará buen uso de la lectura y se ilustrará por sí solo, tratando de encontrar en la experiencia de los demás, que es el libro, la resolución de las dudas que diariamente le ofrece su vida activa; ocupada en traducir, en su provecho y en el de los demás, las inmensas interrogantes de la naturaleza. Jamás el autor se acercó a un hombre trabajador, útil y honrado, sin encontrar su inteligencia abierta a la recepción de sabiduría; aún más, este trabajador siempre interroga al autor, que ha gastado la mitad de la vida en la Escuela, para resolver problemas y casos, y se encuentra que el autor casi siempre debe confesar su ignorancia. A un siglo de distancia ¿Qué discuten hoy los diputados sobre Enseñanza? ¿La corrupción de enciclomedia o la didáctica de doña Esther? fjchain@hotmail.com