domingo, 18 de noviembre de 2007

Sexo sin trabas

Sexo sin trabas
Francisco Javier Chaín Revuelta


La tolerancia recíproca entre los machos adultos y la ausencia de celos constituyeron la primera condición para que pudieran formarse esos grupos extensos y duraderos en cuyo seno únicamente podía operarse la transformación del animal en hombre. Y, en efecto, ¿qué encontramos como forma más antigua y primitiva de la familia? El matrimonio por grupos, la forma de matrimonio en que grupos enteros de hombres y grupos enteros de mujeres se pertenecen recíprocamente y que deja muy poco margen para los celos. Además, en un estadio posterior de desarrollo encontramos la poliandria, forma excepcional, que excluye en mayor medida aún los celos. Pero, como las formas de matrimonio por grupos que conocemos van acompañadas por condiciones tan peculiarmente complicadas, nos indican necesariamente la existencia de formas anteriores más sencillas de relaciones sexuales, y con ello, en último término, un período de promiscuidad correspondiente al tránsito de la animalidad a la humanidad.
¿Qué significa lo de comercio sexual sin trabas? Significa que no existían los límites prohibitivos de ese comercio vigentes hoy. Ya hemos visto caer las barreras de los celos. Si algo se ha podido establecer, es que los celos son un sentimiento que se ha desarrollado relativamente tarde. Lo mismo sucede con la idea del incesto. No sólo en la época primitiva eran marido y mujer el hermano y la hermana, sino que fue lícito en muchos pueblos un comercio sexual entre padres e hijos. Bancroft en "Las razas indígenas de los Estados de la costa del Pacífico de América del Norte” (1885) atestigua la existencia de tales relaciones entre los kaviatos del Estrecho de Bering, los kadiakos de cerca de Alaska y los tinnehs, en el interior de la América del Norte británica; Letourneau ha reunido numerosos hechos idénticos entre los indios chippewas, los cucús de Chile, los caribes, los karens de la Indochina; y esto, dejando a un lado los relatos de los antiguos griegos y romanos acerca de los partos, los persas, los escitas, los hunos, etc.. El comercio sexual entre padres e hijos no podía ser más repugnante que el comercio sexual entre personas de generaciones diferentes, cosa que ocurre en nuestros días, hasta en los países más mojigatos, viejas "doncellas" que pasan de los sesenta se casan, si son lo bastante ricas, con jóvenes de unos treinta años.
Pero si despojamos a las formas de la familia más primitivas que conocemos de las ideas de incesto que les corresponden (ideas que difieren en absoluto de las nuestras y que a menudo las contradicen por completo), vendremos a parar a una forma de relaciones carnales que sólo puede llamarse promiscuidad sexual, en el sentido de que aún no existían las restricciones impuestas más tarde por la costumbre. Pero de esto no se deduce, en ningún modo, que en la práctica cotidiana dominase inevitablemente la promiscuidad. De ningún modo queda excluida la unión de parejas por un tiempo determinado, y así ocurre, en la mayoría de los casos, aun en el matrimonio por grupos. Y si el último en negar este estado primitivo, da el nombre de matrimonio a todo caso en que ambos sexos conviven hasta el nacimiento de un vástago, puede decirse que este matrimonio podía muy bien tener lugar en las condiciones de la promiscuidad sexual sin contradecir en nada a ésta, es decir, a la carencia de barreras impuestas por la costumbre al comercio sexual. Verdad es que sí se parte del punto de vista de que "la promiscuidad supone la supresión de las inclinaciones individuales", entonces "su forma por excelencia es la prostitución". Parece imposible formarse la menor idea de las condiciones primitivas, mientras se las quiera mirar por la ventana de un lupanar… fjchain@homail.com

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