sábado, 24 de noviembre de 2007

Moliendo mi caña

Moliendo mi caña
Francisco Javier Chaín Revuelta

Nunca hubo en la región centro del estado de Veracruz escuela formal que enseñara todo lo relativo al cultivo, proceso y comercialización tanto de la caña de azúcar como del café, a pesar de ser sus agriculturas no sólo principal sostén económico regional sino también el generador de excedentes para otras actividades económicas.
La mayoría de las personas que actualmente laboran con estos dos productos aprendieron su oficio de manera práctica, aprendieron haciéndolo directamente en el trabajo y bajo la guía de quienes ya de alguna manera similar lo habían aprendido de sus mayores. Otras pocas personas se han capacitado formalmente para las tareas sobre estos cultivos, pero de manera general a través de los programas de las escuelas técnicas o de educación superior, en las ciencias agrícolas, en las diferentes ingenierías y en las ciencias administrativas, sin una especialización especial en caña o café. Lo anterior lleva a la nota a sospechar, que la falta de previsión, en la preparación de alta calidad de recursos humanos dedicados a estos dos cultivos, pueda ser una de las causas de los graves problemas que hoy enfrenta este sector vital de la economía regional. Los tiempos actuales parecen predecir que el “destino nos alcanzó” Los síntomas son alarmantes y los usufructuarios de la economía regional se preparan ya para vacas más flacas o para levantar el vuelo a países africanos o centroamericanos más prósperos.
La personas que llevan tiempo de vivir en estas regiones saben que los ingenios azucareros en alternados períodos los administra el gobierno en turno o un puñado de familias propietarias. Cada vez que pasan a ser del Estado el argumento es para salvar al sector y proteger a las miles de familias cuyos ingresos dependen de este cultivo. Cuando regresan las fábricas a los pocos propietarios el argumento es que el Estado es “mal administrador” y que los altos burócratas, encargados de los ingenios, no sólo se “fueron al agua” sino que para ellos todas las zafras fueron “zafras de Hidalgo”.
Corrupción, propietarios voraces, atraso tecnológico, recursos humanos sin calificación, sobreexplotación del suelo, prácticas esclavistas (de indios) en el corte, contaminación, contrabando, competencia (otros endulzantes, uso como combustible) son sólo algunos de los retos que enfrenta la industria y que están a la espera de la mujeres y de los hombres que sean capaces de superarlos, porque el tiempo ha demostrado que los gobernantes son y han sido incapaces, no sólo de detener el desastre de la industria azucarera sino que incluso la han alentando firmando tratados como el de Libre Comercio y protegiendo a quienes han cometido delitos a costa y en contra de los trabajadores del campo y de la industria azucarera.
La realidad no espera, antes de escribir porvenir éste queda en el recuerdo. La realidad hoy (24/Nov/07) es que los productores de caña de azúcar continúan en paro en demanda de un incremento (4%) al precio de la tonelada de caña y en demanda que les paguen lo que les deben (22 pesos por tonelada) de la cosecha anterior.
Informaciones de los medios impresos afirman que “en los campos siguen sin cortarse 2 millones 630 mil toneladas de la gramínea, que era la cifra calculada para la molienda que se iniciaría el pasado 6 de noviembre; es decir, 400 mil toneladas más que la zafra anterior”. Sixto Aguilar pronostica “Si permitimos que los industriales paguen lo que quieran, en enero vienen los aumentos en cascada de combustible; además los fertilizantes y plaguicidas suben cada año 30 por ciento; entonces, en junio, cuando acabe la zafra, estaremos pidiendo limosna” Los industriales proponen disminuir el precio en 12% alegando exceso de producción. Esta nota propone, para que no sufran sobreproducción los pobrecitos propietarios, comprarles sus “fierros viejos” y que los productores sean los dueños que muelan y vendan su propia caña. fjchain@hotmail.com

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