lunes, 12 de marzo de 2007

Los cronistas reales

Los cronistas reales
Fco. Javier Chaín Revuelta

Se dice que el cronista debe ser testigo presencial de los hechos y que los hechos se refieren en orden cronológico. Si tomamos en serio lo anterior la crónica detallada de una época, de un país, de una localidad, de un pueblo, de una persona, debe ser escrita por un testigo ocular que ha registrado sin comentarios todos los pormenores que ha visto. Así Bernal Díaz del Castillo ¿Qué habrá escrito? Una crónica o una “Verdadera historia de la conquista de la Nueva España” ¿Y García Márquez? “Crónica de una muerte anunciada” o una novela de ficción.

Si seguimos tomando en cuenta que el cronista debe ser testigo de los hechos, el que quiera asumirse como cronista de la aldea quedará claramente rebasado por los numerosos hechos y le será imposible estar físicamente en varios lados a un mismo tiempo. Lo más que podrá hacer es estar en algunos hechos y de los demás recabar sólo lo que le haya sido transmitido por testigos oculares; además, para cumplir fielmente con la crónica, se abstendrá de dar sus comentarios y puntos de vista de los hechos, limitándose a narrarlos tal cual hayan sucedido.

A veces una persona se entera en que en tal o cual aldea, a la autoridad, se le ha ocurrido, que tal o cual individuo deba ser el cronista de los sucesos de la aldea. O en pueblos con más habitantes, a la autoridad, se le ha ocurrido que un solo cronista, con el pretexto de que no se dará abasto, y para congraciarse con algunas personas con las que le interesa quedar bien, se le ocurre a tal autoridad, nombrar no un cronista del pueblo, sino un puñado de cronistas. Claro que cuidará que ello no le impacte en el presupuesto de la aldea fiel, dándoles a todos ellos un nombramiento de carácter honorario, lo cual solo merecerá de vez en cuando, una palmadita, realizar cortesana y fiel ceremonia para entregarles algún diploma, y si bien les va, una medalla dorada o plateada con listón de llamativo color. Por supuesto que con tamañas prebendas, los cronistas así nombrados, se cuidarán de nunca reunirse, nunca harán ninguna crónica, y si acaso llegan a hacerla no será crónica, sino será su opinión o sus comentarios sobre algún hecho o sobre cualquier tema que les llame su propio interés.

Conociendo lo anterior, cualquier persona con sentido común, puede concluir que los actuales y verdaderos cronistas de una ciudad son las personas que hacen realidad los periódicos, las radiodifusoras, las televisoras y el Internet. Si se toma de muestra los periódicos se observará que se narran los hechos en orden cronológico (día por día, siempre un día después del otro) por un testigo (la mayor parte de las veces) ocular y a veces acompañado de un fotógrafo. Y si la crónica del hecho esta bien realizada y de acuerdo a la norma, el cronista del periódico (reportero) dirá sólo lo que pasó y lo que observó, cuidándose de omitir opinión. Cómo los hechos son tan variados, los diarios cuentan con muchos cronistas, cada uno especialista, unos en asuntos polacos, otros en asuntos del gobierno, otros en asuntos de sangre y crimen, otros en asuntos de oro, otros en chismes y glamour. Si un día una aldea llega a tener autoridades democráticas, entonces no necesitará “cronistas reales” bastará con reconocer a reporteros y locutores como los verdaderos cronistas del pueblo.

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