viernes, 23 de marzo de 2007

Mujer del Paraíso

Mujer del Paraíso
Fco. Javier Chaín Revuelta

No siempre existió el Estado. Hubo un tiempo en que no había Estado. En realidad, el Estado, daña muchísimo más que lo que escasamente pretende aliviar. El Estado sólo aparece en el lugar y momento en que surge la división de la sociedad en clases, cuando aparecen los explotadores y los explotados.

Antes de que surgiera la explotación de propietarios sobre esclavos, existía la familia patriarcal, la familia del clan, donde vivían juntas las personas de un mismo linaje u origen. En la vida de muchos pueblos primitivos subsisten huellas muy definidas de aquellos tiempos, y si se toma cualquier libro sobre cultura antigua, se tropezará con descripciones más o menos precisas del hecho de que hubo una época en la que aún no existía la división de la sociedad en esclavistas y esclavos. En esa época no existía el Estado, no había ningún aparato especial para el empleo sistemático de la fuerza y el sometimiento del pueblo por la fuerza. Ese aparato es lo que se llama Estado.

En la sociedad primitiva, cuando la gente vivía en pequeños grupos familiares y se hallaba en condiciones que equivocadamente llamamos “salvajes”, no se observan indicios de la existencia del Estado. Lo que se observa es el predominio de la costumbre, la autoridad, el respeto, el poder de que gozaban los ancianos del clan; nos encontramos con que este poder era reconocido sin importar género, la posición de las mujeres, entonces, no se parecía a la de opresión y falta de derechos de las mujeres de hoy. Lo que no se encuentra en ninguna parte es una categoría especial de individuos diferenciados que gobiernen a los otros y que, en aras y con el fin de gobernar, dispongan sistemática y permanentemente de cierto aparato de coerción, de un aparato de violencia, tal como el que representan actualmente, como todos saben, los grupos especiales de hombres armados, las cárceles y demás medios para someter por la fuerza la voluntad de otros, todo lo que constituye la esencia del Estado.

Si dejamos de lado las doctrinas religiosas, las sutilezas, los argumentos filosóficos y las diversas opiniones erigidas por los eruditos al servicio de los propietarios, veremos que el Estado es en realidad un aparato de gobierno, separado de la sociedad humana. Cuando aparece un grupo especial de hombres de esta clase, dedicados exclusivamente a gobernar y que para gobernar necesitan de un aparato especial de coerción para someter la voluntad de otros por la fuerza -cárceles, grupos especiales de hombres, ejércitos, etc.-, es cuando aparece el Estado.

Pero hubo un tiempo en que no existía el Estado, en que los vínculos generales, la sociedad misma, la disciplina y organización del trabajo se mantenían por la fuerza de la costumbre y la tradición, por la autoridad y el respeto de que gozaban los ancianos del clan o las mujeres -quienes en aquellos tiempos felices y paradisíacos, no sólo gozaban de una posición social igual a la de los hombres, sino que, no pocas veces, gozaban incluso de una posición social superior- y en que no había una categoría especial de personas que se especializaban en gobernar. La historia demuestra que el Estado, como aparato especial para la coerción de los hombres, surge solamente donde y cuando aparece la división de la sociedad en clases, o sea, la división en grupos de personas, algunas de las cuales se apropian permanentemente del trabajo ajeno, donde unos explotan a otros.

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