La esfera de la libertad
Fco. Javier Chaín Revuelta
En la relación entre libertad y necesidad existe el concepto marxista que prevé condiciones de completa automatización donde el productor inmediato queda fuera (“disociado”) del proceso material de producción y se convierte en una persona (un “Sujeto”) libre en el sentido de que puede jugar, experimentar con el material técnico, con las posibilidades de la máquina y de las cosas producidas y transformadas por las máquinas. Esta visión avanzada hacia una (posible) sociedad libre fue aparentemente abandonada (o dejada de tarea) por el propio Marx ya que no vuelve aparecer en sus valiosos escritos. Lo que si aparece en El Capital es que el desarrollo sin límites de las fuerzas productivas es una precondición y prueba del socialismo, con lo cual se subordina la libertad a la productividad, al aumento constante de productividad. La libertad, el grado, extensión y nivel de libertad conseguidos dependería del grado de productividad conseguido. No parece ser problema el tipo, modo o dirección de desarrollo de las fuerzas productivas, en tanto que prevalezcan la escasez y la pobreza (sin pobres no hay café de pobres) ya que la abolición de la escasez y la pobreza parece ser el objetivo principal.
En las “sociedades opulentas”, las sociedades capitalistas desarrolladas técnicamente, hay desarrollo de dos caras. Por un lado, el progreso capitalista aumenta constantemente la cantidad de mercancías necesarias que pueden ser adquiridas en el mercado por el poder de compra asequible. Esto significa en estos países una tasa creciente de producción de los así llamados bienes de lujo, incluida la llamada industria de defensa, y una creciente producción de desechos y cachivaches, mientras se conservan amplios sectores de pobreza y de miseria, incluso dentro de las fronteras de la sociedad.
Esto significa la extensión de la esfera de la necesidad dentro de la esfera de la libertad. Siempre más cachivaches, siempre más “bienes de lujo”, siempre más mercancías y servicios de entretenimiento tienen que ser comprados con el fin de alcanzar ese nivel de existencia donde tienes el privilegio, en virtud de tu poder de compra, de, al menos, una módica libertad dentro del entramado de la sociedad capitalista. En este sentido, podemos decir que, en el capitalismo avanzado, el desarrollo de las fuerzas productivas equivale al desarrollo de la servidumbre voluntaria, voluntaria, por supuesto, en sentido irónico. El nuevo automóvil que tienes que adquirir cada dos años, el nuevo televisor que tienes que comprar con el fin de poder estar a la altura de tus vecinos y pares, todos estos instrumentos y mercancías incrementan e intensifican tu dependencia de los cada vez más vastos aparatos de producción y distribución, controlados por los poderes dominantes.
Pero hay todavía otro aspecto de este desarrollo. La creciente productividad del trabajo tiende a transformar el proceso de trabajo en un proceso técnico en el que el agente humano de producción cada vez realiza en mayor medida el papel de supervisor, inventor y experimentador. Esta tendencia es inherente a la creciente productividad del trabajo y su misma expresión. Es la extensión de la esfera de la libertad, o más bien de la esfera de la libertad posible, dentro de la esfera de la necesidad. fjchain@hotmail.com
En la relación entre libertad y necesidad existe el concepto marxista que prevé condiciones de completa automatización donde el productor inmediato queda fuera (“disociado”) del proceso material de producción y se convierte en una persona (un “Sujeto”) libre en el sentido de que puede jugar, experimentar con el material técnico, con las posibilidades de la máquina y de las cosas producidas y transformadas por las máquinas. Esta visión avanzada hacia una (posible) sociedad libre fue aparentemente abandonada (o dejada de tarea) por el propio Marx ya que no vuelve aparecer en sus valiosos escritos. Lo que si aparece en El Capital es que el desarrollo sin límites de las fuerzas productivas es una precondición y prueba del socialismo, con lo cual se subordina la libertad a la productividad, al aumento constante de productividad. La libertad, el grado, extensión y nivel de libertad conseguidos dependería del grado de productividad conseguido. No parece ser problema el tipo, modo o dirección de desarrollo de las fuerzas productivas, en tanto que prevalezcan la escasez y la pobreza (sin pobres no hay café de pobres) ya que la abolición de la escasez y la pobreza parece ser el objetivo principal.
En las “sociedades opulentas”, las sociedades capitalistas desarrolladas técnicamente, hay desarrollo de dos caras. Por un lado, el progreso capitalista aumenta constantemente la cantidad de mercancías necesarias que pueden ser adquiridas en el mercado por el poder de compra asequible. Esto significa en estos países una tasa creciente de producción de los así llamados bienes de lujo, incluida la llamada industria de defensa, y una creciente producción de desechos y cachivaches, mientras se conservan amplios sectores de pobreza y de miseria, incluso dentro de las fronteras de la sociedad.
Esto significa la extensión de la esfera de la necesidad dentro de la esfera de la libertad. Siempre más cachivaches, siempre más “bienes de lujo”, siempre más mercancías y servicios de entretenimiento tienen que ser comprados con el fin de alcanzar ese nivel de existencia donde tienes el privilegio, en virtud de tu poder de compra, de, al menos, una módica libertad dentro del entramado de la sociedad capitalista. En este sentido, podemos decir que, en el capitalismo avanzado, el desarrollo de las fuerzas productivas equivale al desarrollo de la servidumbre voluntaria, voluntaria, por supuesto, en sentido irónico. El nuevo automóvil que tienes que adquirir cada dos años, el nuevo televisor que tienes que comprar con el fin de poder estar a la altura de tus vecinos y pares, todos estos instrumentos y mercancías incrementan e intensifican tu dependencia de los cada vez más vastos aparatos de producción y distribución, controlados por los poderes dominantes.
Pero hay todavía otro aspecto de este desarrollo. La creciente productividad del trabajo tiende a transformar el proceso de trabajo en un proceso técnico en el que el agente humano de producción cada vez realiza en mayor medida el papel de supervisor, inventor y experimentador. Esta tendencia es inherente a la creciente productividad del trabajo y su misma expresión. Es la extensión de la esfera de la libertad, o más bien de la esfera de la libertad posible, dentro de la esfera de la necesidad. fjchain@hotmail.com
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