viernes, 24 de agosto de 2007

Regreso a clases

Regreso a clases
Francisco Javier Chaín Revuelta


Para entender el empleo hay que conocer la realidad. Durante los períodos de gran expansión del capitalismo se dio el proceso en que todos los años entraban a trabajar más obreros que el año anterior, y por tanto, llegó forzosamente, más temprano que tarde, un momento en que las necesidades de la acumulación comenzaron a exceder la oferta normal de trabajo y, por lo tanto, se empujó al alza los salarios.

Los salarios tienen una relación inversa con las ganancias de los capitalistas o empresarios, pues el aumento de los salarios genera una baja de la tasa de ganancias. Esta situación trae como consecuencia que los empresarios tengan que decidirse entre invertir más o no. Si toma la primera opción el volumen global de ganancias obtenidas puede compensar la disminución porcentual de la tasa de ganancia y, la disminución de la inversión capitalista inicia un ciclo descendente de la economía, un excedente de trabajadores y, finalmente, una baja de los salarios y una recuperación de la tasa de ganancias.

Las crisis son el mecanismo propio del capitalismo de generar desempleo coyuntural, y así, bajar los salarios y mantener las ganancias. Pero ello no alcanza, es decir, en el propio proceso de acumulación debe existir un mecanismo de ajuste de la relación salario-ganancia y no esperar hasta que el ajuste los provoque la crisis. La competencia entre los capitalistas los lleva a la búsqueda del abaratamiento de las mercancías.

Esto se consigue logrando una mayor productividad del trabajo. Pero si en este proceso, las nuevas inversiones generan empleo y favorecen las condiciones de la clase obrera para pelear por aumentos salariales y por mejoras en las condiciones de trabajo, entonces la nueva situación determina que la productividad tienda incluso a bajar. Lo anterior es uno de los factores que llevan a los capitalistas a invertir de manera creciente en capital constante, maquinarias, nuevas tecnologías, métodos modernos de producción, etc. En otras palabras, la búsqueda de mayor productividad no se basa en la fuerza de trabajo, generando un cambio casi permanente en la composición orgánica del capital. Por esta razón, no se produce un aumento proporcional de la demanda de trabajo, sino por lo contrario, una disminución progresiva. El municipio, por ejemplo, no contratará policías cada vez más caros, invertirá en tecnología de videovigilancia como anunció Orwell. No se puede hablar de competitividad y más productividad si se aumenta el número de empleos y mucho menos si esos empleos son de salarios altos. Incluso como paradoja, los candidatos a puestos de gobierno, prometen subir salarios y al mismo tiempo prometen bajar el suyo. Es claro que la demanda de trabajo no depende del volumen del capital total sino solamente del capital variable, disminuye progresivamente a medida que aumenta el capital total, en vez de crecer proporcionalmente en relación con este. Marx señala que aunque el aumento del capital total supone también un crecimiento del capital variable (y la demanda de fuerza de trabajo que este representa), y este ritmo de crecimiento comienza a ser menor que el de la población obrera y, por tanto, surge un excedente o sobrante de los trabajadores, que tiende a ser mayor cuanto mayor es el ritmo de la acumulación capitalista. La acumulación capitalista (algunos atreven llamar “desarrollo”) sólo provoca más desempleo y peor calidad de vida. En lugar de abrir la boca para tonterías, los candidatos, si tienen remedio, como escolares, primero deben regresar a clases. fjchain@hotmail.com

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