jueves, 30 de agosto de 2007

¡Que verde era mi ejido!

¡Que verde era mi ejido!
Francisco Javier Chaín Revuelta


Para aquellos que piensan que con robarse otro ejido para “parque industrial” y ser tapete de maquiladoras y franquicias “resuelven el empleo y salvan la patria”, no saben (ni sabrán) que ni el propio Keynes ni los neoclásicos pudieron tener respuesta. Si Keynes opuso a la teoría neoclásica la concepción de considerar que el nivel de empleo se determina y resuelve dentro de las relaciones bilaterales con los obreros y empresarios, su errada convicción condujo a pensar que los trabajadores podían encontrar empleo si aceptaran una reducción de sus salarios reales.

Estas generalizaciones fueron enmendadas por Marx y Engels, el marxismo había incentivado la necesidad de analizar las leyes de cada modo de producción. Desde este punto de vista, la oferta no puede crear su propia demanda en el modo de producción capitalista, debido precisamente a su propia ley fundamental. Es decir, antes de que una crisis de proporciones universales, como la del 29 al 33, hubiera evidenciado que la oferta no crea su propia demanda, ya esta ruptura había sido descubierta por Marx y Engels. Keynes se dio cuenta de que el enfoque neoclásico era excesivamente microscópico, y quiso contribuir con un punto de vista complementario, que él llamó macroscópico.

Para Keynes, no eran los elevados salarios la causa del masivo desempleo involuntario que existía en Inglaterra, en los Estados Unidos, en Houston del Sureste, y en otros países desarrollados en la época de Gran Depresión. La verdadera causa había que buscarla en un problema de insuficiencia de demanda agregada, y, fundamentalmente, en el componente más volátil de la misma, que era la inversión privada de los empresarios. Keynes se dio cuenta de que la inversión empresarial dependía de lo que él llamaba el estado de ánimo de los capitalistas, y de que éste se formaba de acuerdo sobre todo con las expectativas de beneficio (de rentabilidad) que ellos mismos se hacían --sobre la base de un complejo entramado de razones, donde operaban factores de tipo subjetivo y objetivo al mismo tiempo--; y, finalmente, de que muy bien pudiera ocurrir que ese estado de ánimo fuera más bien depresivo debido a las pobres expectativas, provocando un bajo nivel de inversión, disminuyendo con ella, la demanda de trabajo por parte de los empresarios capitalistas. Estas nuevas ideas de Keynes también lo condujeron hacia un tipo de recetas muy distintas de las que propugnaban los neoclásicos. Puesto que el problema era de demanda agregada, y más concretamente de la inversión privada, de lo que se trataría, según él, es de reactivar la deprimida demanda poniendo fin a las causas de esa depresión. Para ello, a largo plazo se trataría de reproducir las condiciones de confianza empresarial que llevaran a la clase capitalista de forma espontánea a generar el nivel de inversión suficiente como para impulsar la recuperación, que vendría seguida por un nuevo aumento de la producción y de la oferta, y, por consiguiente, del empleo.

Pero Keynes estaba mucho más interesado en el corto que en el largo plazo, partiendo del supuesto de que mañana todos estaremos muertos, se concentró en las medidas necesarias a corto plazo. Un conjunto de políticas que, según él, deberían ponerse en práctica por la sociedad, y más particularmente por el Estado, con el objetivo de reducir las tasas de desempleo a los niveles más bajos posibles en el más corto espacio de tiempo posible ¿Será posible? ¿Conoce desempleados que voten por Keynes? fjchain@hotmail.com

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